Sentí como se derrumbaba frente a su mirada y el cielo se puso a llorar.
No sé qué esperaba, si como a ella nunca me iba a mirar.
Mientras saciaba mi capricho de ser amada me invadía la soledad.
Y él siguió siendo más que un extraño idealizado en mis pensamientos, donde podía sanarme el dolor.
Mi diario nunca lo leyó, le importó poco escuchar mi corazón, prefirió tocar otra canción.
Nunca estuve más orgullosa de ser quien soy. Tal vez eso le aburrió, tal vez le frustró mi camino. Tal vez mi boca no lo incitó al deseo.
Tal vez su mundo no comprendió al mío.
Pero mi tarea estaba cumplida, mi cara empapada, mi corazón latía al darse cuenta que algunas cosas simplemente no pasaban.
Mi mente asimiló, que vos no sos para mí, y yo no soy para vos.
Y una mirada no iba a cambiar lo que en la vida no surgió. No todo es como en los cuentos.
Y decidí aceptar que aunque me ponga de rodillas cuando te veo,
si vos no jugás, mejor yo tampoco juego.